por Nieves Rúa | artículos, Cursos y Talleres, Sesiones individuales
En un reino no muy lejano, un soberano quiso construir un gran castillo.
De entre todos sus territorios, descubrió un bonito solar. Este solar era grande, con bellos árboles que daban sombra, unas bonitas vistas y unas ruinas de un edificio abandonado.
Para construir el castillo mandó llamar a uno de los mejores constructores del país y éste accedió encantado a tan ilusionante encargo.
El rey le dio el plazo de tres años para levantar el majestuoso castillo para lo que el constructor contaría con todos los medios necesarios, sin escatimar en gastos, ni trabajadores, ni materiales. Tan sólo debía cumplir el plazo establecido.
El constructor empezó por trasladarse al solar y estudiar el entorno, la luz, el suelo, las sensaciones que le inspiraban…
Se imaginó el castillo, con sus torres, su impresionante fachada, sus salones llenos de luz y de color, las inolvidables fiestas que se celebrarían, las recepciones, su lujo y la admiración que despertaría en los otros reinos.
Trazó un boceto y dibujó los primeros planos. Y comenzó los trabajos sin demora.
Pero un buen día miró hacia las ruinas allí abandonadas y pensó que, quizás, afearía el castillo tenerlas allí, tan feas y tan cerca.
Estaban llenas de maleza y de barro. Tiró de un pequeño matojo que estaba entre unas piedras y le pareció que así quedaba mejor. Tal vez dedicar un tiempo a adecentar esas ruinas haría que el castillo luciera más majestuoso.
Al día siguiente llamó a algunos de sus hombres y con picos y palas, fueron a retirar toda aquella maleza. Les llevó unos días dejar las ruinas libres de hierbajos.
Un par de semanas después le pareció que aún se podía mejorar aquello. Volvió a llamar a parte de sus hombres y les pidió que limpiaran cada una de aquellas piedras hasta dejarlas relucientes. Un castillo como aquel se merecía unas ruinas dignas. Tardaron un par de meses en completar la limpieza.
Después de aquello, tomó el boceto del castillo y junto a él, dibujó las ruinas tal y como quería que luciesen. Convocó a sus hombres y les comunicó que los siguientes meses destinarían una parte de la jornada a reconfigurar las ruinas, justo al lado del castillo.
Y así fue como sucedió.
Al cumplirse el plazo de los tres años, el rey se vistió de fiesta, ordenó aparejar su mejor caballo y con todo su séquito se encaminó hacia su nuevo castillo.
Pero, al llegar allí, sólo encontró un castillo a medio construir junto a las ruinas mejor conservadas de la historia.
Enfurecido, ordenó traer ante él al constructor y le pidió explicaciones. El hombre, asustado, le contó que tan sólo había tratado de que unas ruinas no afearan tan impresionante construcción cómo sería la del castillo.
El rey respondió:
Tres años te di, sin escatimar en recursos, para construir el mejor se los castillos. Confié en ti y en tu saber hacer. Pero tú dedicaste todo el dinero, todos los recursos, todos tus hombres y todo tu tiempo a unas ruinas. Tan sólo hubieras necesitado invertir unos días en sacar todas esas piedras del solar y dejar el espacio suficiente para construir el castillo. Un castillo que nunca terminarás.
Y, sin más contemplación, ordenó a su guardia desterrar al constructor de su reino para siempre.
Y ahora tú, ¿dedicas tus recursos a construir lo nuevo o a dejar adecentado lo viejo?
¿Vives tu presente de cara al futuro o de cara al pasado?
Y si tienes dificultades para abandonar «tus ruinas», dejar de mirar atrás y empezar a mirar sin lastres al futuro, tal vez pueda ayudarte con mi microtaller Micro Taller Soltar el Pasado – AUSARTU
Y si, aún así, no logras disfrutar de tu presente por el peso del pasado, puedes solicitarme una consulta telefónica personalizada y gratuita de 20 minutos. Estaré encantada de ayudarte a alcanzar tus metas.
por Nieves Rúa | artículos, Sesiones individuales
Dicen que habitamos un universo en expansión acelerada, quizás por eso nos movemos a una velocidad vertiginosa, llenando nuestro día a día de actividades y tareas sin tregua.
También dicen que es mejor estar ocupado que preocupado, aunque a menudo un exceso de ocupaciones se convierte en un motivo de preocupaciones.
Queremos o necesitamos hacer tantas cosas, que no sabemos cómo organizar nuestra agenda, ni nuestra vida, y vamos llenándola de una manera caótica, hasta llegar a sentirnos asfixiados por obligaciones autoimpuestas y carentes de sentido.
Quizás seas tú una de esas personas que creen tener dificultades a la hora de organizarse.
¿Quieres llegar a todo, pero sientes que no llegas ni a la mitad?
¿Te distraes con frecuencia y prestar atención a conversaciones, recordar cosas importantes o mantenerte en tus planes te resulta complicado?
¿No sabes decir “no” a propuestas inesperadas, peticiones urgentes o llamadas de auxilio de cualquiera?
¿Tienes una meta, pero te desmotivas con facilidad y pierdes el norte en un bosque de excusas?
Entonces, sí. Puede que sí seas tú una de esas personas.
En ese caso, prueba a responderte a estas preguntas:
¿Qué tratas de demostrarte a ti mismo y/o a los demás?
¿Cuáles son tus distractores o “ladrones de tiempo”? ¿Qué te aporta cada uno de ellos?
¿Qué necesidad te hace complacer a los demás?
¿Qué importancia tiene para ti tu objetivo del 0 al 10? ¿En qué va a mejorar tu vida cuando lo consigas? ¿Qué aspectos de tu persona, de tu ser, están implicados en ese objetivo?
La buena noticia es que aún estás a tiempo de poner en orden ese “cajón de sastre” que parece a veces tu día a día.
Tal vez podrías empezar a priorizar tareas y a delegar otras. No todo hay que hacerlo hoy, no todo es importante y no todo tienes que hacerlo tú. Quizás haya una escala de prioridades en tu agenda y personas que pueden hacerlo como tú o mejor. No tengas problema en reconocerlo.
Planifica de una forma realista y ajústate a lo planificado, sé firme y responsable contigo y tus necesidades.
Da valor a tu tiempo, a tu espacio, a tus preferencias y a ti mismo. Piensa que para ti has de ser lo más importante y que no tienes el deber de satisfacer las demandas de todo el que se cruza en tu camino hoy.
Ten claros tus objetivos, que se ajusten a lo que, de verdad, buscas y deseas en tu vida. Que tus metas se encuentren alineadas con tu manera de ser y con tus valores.
Y mientras vas implementando estos cambios en tu vida, te ofrezco pequeñas pautas de organización que te acercarán un poco más :
- Recuerda cada día al levantarte declarar cuál es tu objetivo.
- Pon una alerta en tu móvil cada hora que te pregunte: ¿estás enfocad@?
- Selecciona tus actividades y eso a lo que le vas a entregar tu tiempo. Establece concretamente cuánto al día o a la semana y márcalo en tu agenda de Google con recordatorio.
- Comunica a esas personas que te importan aquello que quieres conseguir y lo que vas a necesitar de ellos en tu camino a la meta.
- Planifica todo lo que puedas y hazte el firme propósito de no salirte de ahí. Prémiate por cada día que cumplas tu planificación con algo que te guste por pequeño que sea, tu mente necesita recompensas.
- Marca unos mínimos y unos máximos diarios o semanales y considera esos mínimos una obligación ineludible.
- Y ante todo, sé realista, pero determinado.
Y si, aún así, no logras organizarte de una manera efectiva, puedes solicitarme una consulta telefónica personalizada y gratuita de 20 minutos. Estaré encantada de ayudarte a alcanzar tus metas.
por Nieves Rúa | artículos, Cursos y Talleres
Ya se acerca el final de un año. El 31 de diciembre se habrán cumplido 365 días desde que empezaste a escribir 2019 en todas las fechas.
Trescientos sesenta y cinco días de sueños y pesadillas, de triunfos y fracasos, de ilusiones y decepciones, de lunas llenas y lunas nuevas, de desiertos y oasis…
Habrá quien esté deseando que este año acabe cuanto antes y quien quiera que perdure para siempre en la memoria. Pero acabará, lo quieras o no, terminará. Con cada campanada, con cada uva, el 2020 irá empujando al 2019, abriéndose camino, liberando un espacio vacío que llenar con nuevos proyectos, con risas, con llantos, con decisiones e indecisiones, con hechos y palabras, con llegadas y partidas.
Final y principio, el ciclo infinito de la vida. La eterna alternancia de lo viejo y lo nuevo.
Es tiempo de aceptar, de soltar y recibir.
Es tiempo de aceptar lo que no pudo ser, aceptar que, tal vez, no hubo, entre esos 365 días, el día propicio. Aceptar que, quizás, sí lo hubo, pero no supiste verlo ni aprovecharlo. Aceptar que existieron miedos que ganaron, luchas que se dieron por vencidas, lágrimas que borraron el camino que te habías trazado, perezas que no se levantaron… Aceptar, al fin, que eres human@ y, por tanto, no siempre hiciste, no siempre pudiste, no siempre quisiste.
Es tiempo de soltar lo que te quema en el corazón, lo que te pesa en la cabeza, lo que te oprime en el estómago. Soltar lo que te dañó y lo que, en lo más profundo e íntimo de ti, sabes que te volverá a dañar una y mil veces. Soltar lo caduco que se pudre entre tus manos sin servirte de alimento ni de abono, lo que se aferra a ti con garras lacerantes que te arañan el alma. Soltar lo que ya no te pertenece, si es que alguna vez te perteneció, lo que te suplica el vuelo, mientras tú le oprimes las alas. Soltar para poder comenzar la etapa más liger@ de equipaje.
Y es momento de recibir. Recibir lo que llevas tanto esperando y no llega. Eso que será la bendición que mereces o el aprendizaje que necesitas. Recibir eso que aún no ves, pero que intuyes. Recibir las nuevas herramientas, un gérmen de sueños, personas y acontecimientos que te traerán oportunidades de crecimiento… Recibir lo que espera su lugar y su tiempo, lo que lleva tu nombre escrito en el envoltorio.
Es un tiempo especial, que merece ser celebrado con un ritual, como todo lo importante. Por tanto, te propongo lo siguiente:
Haz una lista con dos columnas, una con eso que te cuesta aceptar de ti, tanto de tu vida presente como de tu vida pasada, así como de las personas cercanas a ti. En la otra columna anota algo positivo que te haya aportado cada uno de esos aspectos. No será un ejercicio fácil, pero merecerá el esfuerzo. Para finalizar, construye una frase de la siguiente manera: “agradezco ………..porque me ha llevado a ser (o hacer, o a tener, o a descubrir, o a aprender…) que el próximo año tengo que……….” Ejemplo: Me cuesta aceptar que he desaprovechado el tiempo. Lo positivo de esto es que me ha permitido entender que necesito organizarme mejor y cumplir mi organización. Por tanto, “agradezco haber desaprovechado el tiempo porque me ha llevado a entender que el próximo año tengo que organizarme mejor y tener la voluntad de cumplir mi organización”
Ahora haz otra lista con otras dos columnas, una con aquello que te cuesta soltar, tanto si se trata de situaciones, como objetos materiales, personas, hábitos …cualquier tipo de apego. En otra columna anota lo que te aportará de positivo dejarlo ir. Para concluir el ejercicio, construye una frase del siguiente tipo: “agradezco……….y lo dejo ir para permitirme recibir………, lo que me aportará………” Ejemplo: Me cuesta soltar una relación tóxica a la que he estado muy enganchad@. Dejarla ir me aportará de positivo sentirme mejor conmigo mism@ y respetarme para establecer relaciones sanas en mi vida. Por tanto, “agradezco esta relación tan tóxica que he mantenido y lo que me ha enseñado y la dejo ir para permitirme respetarme a mí mism@ y recibir nuevas relaciones sanas que me aportarán estabilidad y tranquilidad a mi vida”.
Una vez hecho esto, quema los papeles hasta reducirlos a cenizas. Saca las cenizas a la ventana, llévalas al campo, espárcelas en donde quieras y deja que se las lleve el viento del cambio. Y recibe el 2020 con la ilusión de un ciclo recién estrenado y lleno de nuevas experiencias.
¡Feliz 2020!
Y, si te propones alcanzar todos tus objetivos en el nuevo año, pregunta por el taller Hacia tu Meta a Toda Vela
por Nieves Rúa | artículos, Cursos y Talleres
Seguramente, has oído y has hablado mucho sobre la mente. A menudo leemos artículos, escuchamos noticias y tenemos conversaciones con la mente como protagonista.
Pero, ¿qué es, exactamente, la mente?
La mente no es otra cosa que esa herramienta que nos sirve para interactuar con el medio. Gracias a la mente, podemos interpretar los estímulos externos y reaccionar ante ellos. Pero también hay que tener en cuenta que esa mente, que se va reprogramando, de forma continua y progresiva, con las experiencias que vivimos, interpreta la realidad y reacciona ante ella conforme a ese mismo programa. Así que podemos decir que la mente va creando nuestra realidad, tu realidad.
Por tanto, tus vivencias, tus decisiones y, con ellas, tu vida, van a depender más de tu mente y su programación que de la realidad.
Así, una araña no dejará de ser una araña dependiendo de quién la mire, pero no representará lo mismo, ni tendrá el mismo efecto en ti que en mí.
Muchas veces habrás oído también hablar erróneamente de “parar la mente”. Y digo erróneamente porque la mente no se puede parar, sería algo así como pretender parar los pulmones o el corazón y seguir viviendo. Tal vez no puedas para la mente, pero la buena noticia es que puedes controlarla, reprogramarla y dirigirla.
Puedes elegir qué pensar, cómo pensarlo, hasta cuándo pensarlo. Esto es, cambiar la forma de pensar en ello y el tipo de pensamientos. Tal vez te parezca que me he vuelto loca o que eso de reprogramar la mente debe de ser algo muy complicado y reservado para algunos superdotados.
Pues bien, cuando eras niñ@, un bebé, no sabías lo que era un perro. La palabra “perro” podía tener el mismo efecto sobre ti que la palabra “cachetupán” que me acabo de inventar. Con el tiempo, oíste hablar de un perro o de los perros a tus padres, a un hermano, a una tía… Quizás te contaron un cuento en el que había un perro como protagonista o una anécdota real vivida con un perro. Así, la primera vez que entraste en contacto con un perro interpretaste si representaba un peligro para ti, si era inofensivo, un animal sucio y lleno de pulgas o un miembro más de la familia. A partir de aquí, entraron en juego tus propias creencias al respecto y, con ellas, tus siguientes experiencias.
Si tu creencia era “el perro es el mejor amigo del hombre”, casi con total seguridad, tus experiencias fueron con perros que lamían tu mano, que se dejaban acariciar por ti, a los que cuidabas o te hacían sentir protegid@. Lo que te llevaría a reforzar cada vez más esa creencia.
Si, por el contrario, la creencia era “los perros son peligrosos porque muerden”, tus experiencias serían con perros que se acercaban a ti intimidatoriamente, te gruñían, te seguían cuando huías de ellos, ladraban y te sobresaltaban cuando pasabas a su lado. Con lo cual, también se reforzó tu creencia sobre perros y peligro. No es el perro en sí, sino lo que tú sientes ante el perro, tu forma de ver al perro, tu idea sobre el perro.
Está claro que no puedes cambiar fácilmente cómo reaccionas ante la creencia, pero sí la creencia que desencadena tu reacción.
Existen dos maneras de hacer esto: desde la mente consciente o desde la mente inconsciente, que es la más rápida, fácil y efectiva.
Hoy, aquí, te voy a enseñar cómo puedes hacerlo de la primera manera, es decir, conscientemente:
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Identifica la creencia que hace que reacciones de una forma indeseada. Por ejemplo: “soy tímid@”, “la gente no me valora”, “la vida es complicada”, “no es fácil solucionar este problema”
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Cambia la creencia, reprográmala en forma positiva: “soy simpátic@ y extrovertid@”, “la gente me valora y me quiere”, “la vida es sencilla”, “es fácil solucionar este problema y sé cómo”.
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Busca pruebas de que esa creencia es cierta. No será fácil, pero no desistas. A lo largo de la vida seguro que has tenido experiencias en las que así ha sido. Por ejemplo: en aquella excursión fui simpática con la gente y no me costó abrirme a ellos, por tanto, “soy simpática y extrovertida”. Busca, al menos, diez ocasiones en las que te comportaste como una persona simpática y extrovertida. Es decir, como alguien con esa creencia que has formulado en positivo.
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Busca situaciones, gente, con la que poder vivenciar y reforzar esa nueva creencia a partir de ahora y analiza el resultado. Tal vez haya momentos en los que la antigua creencia quiera sobresalir, es tu tarea no permitir que lo haga repitiéndote mentalmente la nueva creencia. Y no olvides celebrar los cambios que vayas observando en ti.
No pares tu mente, déjala que trabaje a tu favor.
Si quieres saber cómo reprogramar tu mente de la forma más rápida y efectiva, puedes consultarme, estaré encantada de explicarte mi método exclusivo sin compromiso.