por Nieves Rúa | artículos, Cursos y Talleres
Ya se acerca el final de un año. El 31 de diciembre se habrán cumplido 365 días desde que empezaste a escribir 2019 en todas las fechas.
Trescientos sesenta y cinco días de sueños y pesadillas, de triunfos y fracasos, de ilusiones y decepciones, de lunas llenas y lunas nuevas, de desiertos y oasis…
Habrá quien esté deseando que este año acabe cuanto antes y quien quiera que perdure para siempre en la memoria. Pero acabará, lo quieras o no, terminará. Con cada campanada, con cada uva, el 2020 irá empujando al 2019, abriéndose camino, liberando un espacio vacío que llenar con nuevos proyectos, con risas, con llantos, con decisiones e indecisiones, con hechos y palabras, con llegadas y partidas.
Final y principio, el ciclo infinito de la vida. La eterna alternancia de lo viejo y lo nuevo.
Es tiempo de aceptar, de soltar y recibir.
Es tiempo de aceptar lo que no pudo ser, aceptar que, tal vez, no hubo, entre esos 365 días, el día propicio. Aceptar que, quizás, sí lo hubo, pero no supiste verlo ni aprovecharlo. Aceptar que existieron miedos que ganaron, luchas que se dieron por vencidas, lágrimas que borraron el camino que te habías trazado, perezas que no se levantaron… Aceptar, al fin, que eres human@ y, por tanto, no siempre hiciste, no siempre pudiste, no siempre quisiste.
Es tiempo de soltar lo que te quema en el corazón, lo que te pesa en la cabeza, lo que te oprime en el estómago. Soltar lo que te dañó y lo que, en lo más profundo e íntimo de ti, sabes que te volverá a dañar una y mil veces. Soltar lo caduco que se pudre entre tus manos sin servirte de alimento ni de abono, lo que se aferra a ti con garras lacerantes que te arañan el alma. Soltar lo que ya no te pertenece, si es que alguna vez te perteneció, lo que te suplica el vuelo, mientras tú le oprimes las alas. Soltar para poder comenzar la etapa más liger@ de equipaje.
Y es momento de recibir. Recibir lo que llevas tanto esperando y no llega. Eso que será la bendición que mereces o el aprendizaje que necesitas. Recibir eso que aún no ves, pero que intuyes. Recibir las nuevas herramientas, un gérmen de sueños, personas y acontecimientos que te traerán oportunidades de crecimiento… Recibir lo que espera su lugar y su tiempo, lo que lleva tu nombre escrito en el envoltorio.
Es un tiempo especial, que merece ser celebrado con un ritual, como todo lo importante. Por tanto, te propongo lo siguiente:
Haz una lista con dos columnas, una con eso que te cuesta aceptar de ti, tanto de tu vida presente como de tu vida pasada, así como de las personas cercanas a ti. En la otra columna anota algo positivo que te haya aportado cada uno de esos aspectos. No será un ejercicio fácil, pero merecerá el esfuerzo. Para finalizar, construye una frase de la siguiente manera: “agradezco ………..porque me ha llevado a ser (o hacer, o a tener, o a descubrir, o a aprender…) que el próximo año tengo que……….” Ejemplo: Me cuesta aceptar que he desaprovechado el tiempo. Lo positivo de esto es que me ha permitido entender que necesito organizarme mejor y cumplir mi organización. Por tanto, “agradezco haber desaprovechado el tiempo porque me ha llevado a entender que el próximo año tengo que organizarme mejor y tener la voluntad de cumplir mi organización”
Ahora haz otra lista con otras dos columnas, una con aquello que te cuesta soltar, tanto si se trata de situaciones, como objetos materiales, personas, hábitos …cualquier tipo de apego. En otra columna anota lo que te aportará de positivo dejarlo ir. Para concluir el ejercicio, construye una frase del siguiente tipo: “agradezco……….y lo dejo ir para permitirme recibir………, lo que me aportará………” Ejemplo: Me cuesta soltar una relación tóxica a la que he estado muy enganchad@. Dejarla ir me aportará de positivo sentirme mejor conmigo mism@ y respetarme para establecer relaciones sanas en mi vida. Por tanto, “agradezco esta relación tan tóxica que he mantenido y lo que me ha enseñado y la dejo ir para permitirme respetarme a mí mism@ y recibir nuevas relaciones sanas que me aportarán estabilidad y tranquilidad a mi vida”.
Una vez hecho esto, quema los papeles hasta reducirlos a cenizas. Saca las cenizas a la ventana, llévalas al campo, espárcelas en donde quieras y deja que se las lleve el viento del cambio. Y recibe el 2020 con la ilusión de un ciclo recién estrenado y lleno de nuevas experiencias.
¡Feliz 2020!
Y, si te propones alcanzar todos tus objetivos en el nuevo año, pregunta por el taller Hacia tu Meta a Toda Vela
por Nieves Rúa | artículos, Cursos y Talleres
Seguramente, has oído y has hablado mucho sobre la mente. A menudo leemos artículos, escuchamos noticias y tenemos conversaciones con la mente como protagonista.
Pero, ¿qué es, exactamente, la mente?
La mente no es otra cosa que esa herramienta que nos sirve para interactuar con el medio. Gracias a la mente, podemos interpretar los estímulos externos y reaccionar ante ellos. Pero también hay que tener en cuenta que esa mente, que se va reprogramando, de forma continua y progresiva, con las experiencias que vivimos, interpreta la realidad y reacciona ante ella conforme a ese mismo programa. Así que podemos decir que la mente va creando nuestra realidad, tu realidad.
Por tanto, tus vivencias, tus decisiones y, con ellas, tu vida, van a depender más de tu mente y su programación que de la realidad.
Así, una araña no dejará de ser una araña dependiendo de quién la mire, pero no representará lo mismo, ni tendrá el mismo efecto en ti que en mí.
Muchas veces habrás oído también hablar erróneamente de “parar la mente”. Y digo erróneamente porque la mente no se puede parar, sería algo así como pretender parar los pulmones o el corazón y seguir viviendo. Tal vez no puedas para la mente, pero la buena noticia es que puedes controlarla, reprogramarla y dirigirla.
Puedes elegir qué pensar, cómo pensarlo, hasta cuándo pensarlo. Esto es, cambiar la forma de pensar en ello y el tipo de pensamientos. Tal vez te parezca que me he vuelto loca o que eso de reprogramar la mente debe de ser algo muy complicado y reservado para algunos superdotados.
Pues bien, cuando eras niñ@, un bebé, no sabías lo que era un perro. La palabra “perro” podía tener el mismo efecto sobre ti que la palabra “cachetupán” que me acabo de inventar. Con el tiempo, oíste hablar de un perro o de los perros a tus padres, a un hermano, a una tía… Quizás te contaron un cuento en el que había un perro como protagonista o una anécdota real vivida con un perro. Así, la primera vez que entraste en contacto con un perro interpretaste si representaba un peligro para ti, si era inofensivo, un animal sucio y lleno de pulgas o un miembro más de la familia. A partir de aquí, entraron en juego tus propias creencias al respecto y, con ellas, tus siguientes experiencias.
Si tu creencia era “el perro es el mejor amigo del hombre”, casi con total seguridad, tus experiencias fueron con perros que lamían tu mano, que se dejaban acariciar por ti, a los que cuidabas o te hacían sentir protegid@. Lo que te llevaría a reforzar cada vez más esa creencia.
Si, por el contrario, la creencia era “los perros son peligrosos porque muerden”, tus experiencias serían con perros que se acercaban a ti intimidatoriamente, te gruñían, te seguían cuando huías de ellos, ladraban y te sobresaltaban cuando pasabas a su lado. Con lo cual, también se reforzó tu creencia sobre perros y peligro. No es el perro en sí, sino lo que tú sientes ante el perro, tu forma de ver al perro, tu idea sobre el perro.
Está claro que no puedes cambiar fácilmente cómo reaccionas ante la creencia, pero sí la creencia que desencadena tu reacción.
Existen dos maneras de hacer esto: desde la mente consciente o desde la mente inconsciente, que es la más rápida, fácil y efectiva.
Hoy, aquí, te voy a enseñar cómo puedes hacerlo de la primera manera, es decir, conscientemente:
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Identifica la creencia que hace que reacciones de una forma indeseada. Por ejemplo: “soy tímid@”, “la gente no me valora”, “la vida es complicada”, “no es fácil solucionar este problema”
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Cambia la creencia, reprográmala en forma positiva: “soy simpátic@ y extrovertid@”, “la gente me valora y me quiere”, “la vida es sencilla”, “es fácil solucionar este problema y sé cómo”.
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Busca pruebas de que esa creencia es cierta. No será fácil, pero no desistas. A lo largo de la vida seguro que has tenido experiencias en las que así ha sido. Por ejemplo: en aquella excursión fui simpática con la gente y no me costó abrirme a ellos, por tanto, “soy simpática y extrovertida”. Busca, al menos, diez ocasiones en las que te comportaste como una persona simpática y extrovertida. Es decir, como alguien con esa creencia que has formulado en positivo.
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Busca situaciones, gente, con la que poder vivenciar y reforzar esa nueva creencia a partir de ahora y analiza el resultado. Tal vez haya momentos en los que la antigua creencia quiera sobresalir, es tu tarea no permitir que lo haga repitiéndote mentalmente la nueva creencia. Y no olvides celebrar los cambios que vayas observando en ti.
No pares tu mente, déjala que trabaje a tu favor.
Si quieres saber cómo reprogramar tu mente de la forma más rápida y efectiva, puedes consultarme, estaré encantada de explicarte mi método exclusivo sin compromiso.
por Nieves Rúa | artículos, Cursos y Talleres
Tod@s hemos sentido miedo, al menos una vez en la vida. Hemos sentido esa sensación intensa y paralizante unas veces y de huida otras.
Pero ¿qué es, realmente, el miedo?
El miedo es una emoción primaria, presente en todos los animales y relacionada con la ansiedad. Una emoción, como todas las emociones, adaptativa frente a la percepción de un peligro real o imaginario, presente, futuro o pasado. Y como todas las emociones primarias, beneficiosa y necesaria para la supervivencia. Sin el miedo podríamos enfrentarnos a peligros reales sin medir las consecuencias.
Existen los miedos universales: físicos, como el miedo a los ruidos fuertes y repentinos, como los de las explosiones, a las alturas. O emocionales, como el miedo al abandono, al ridículo o a lo desconocido, a la muerte.
El miedo tiene unos efectos en nuestro cuerpo y en nuestro comportamiento.
El miedo produce cambios fisiológicos: ante la percepción de un peligro se acelera el metabolismo, se incrementa la producción de cortisol, con lo que también lo hacen la presión arterial, la glucosa en sangre y los glóbulos blancos, aumenta la tensión muscular, el calcio libre en sangre y la adrenalina. Disminuye la actividad en el estómago e intestinos, se intensifica la producción de lágrimas y saliva, se da una visión en túnel y se reduce la audición.
Cuando sentimos miedo se producen, también, cambios corporales: los ojos se abren para ampliar el campo visual y tener mayor sensibilidad para ver la amenaza con mayor claridad, con lo que cambia la expresión facial.
Vemos alterada nuestra percepción, convirtiendo el objeto de nuestro miedo en algo más grande de lo que es y más próximo de lo que está. Cuanto más se acerca el objeto, más potente es la distorsión.
El miedo ha sido utilizado a lo largo de la historia para manipular y controlar y, aún hoy, sigue siendo así.
Nuestro mundo, nuestro entorno, ha ido evolucionando mucho más rápido que nuestra mente y nuestras emociones. Con lo cual, podemos llegar a percibir ciertas sensaciones corporales inofensivas como amenazas que no son tales. Esto se da de una manera exagerada e irracional en los ataques de pánico que sufren algunas personas.
¿Qué podemos hacer, entonces, ante el miedo? ¿Cómo impedir ser controlad@s por el miedo?
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El primer paso es aceptar que tienes miedo. No trates de negarlo, ni ocultarlo.
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Observa tu miedo sin juicios: qué ocurre en tu cuerpo, cuándo ocurre, qué piensas entonces, qué te dice tu miedo. Concreta a qué tienes miedo.
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Pregúntate: ¿ese miedo es real?, ¿es real el riesgo? ¿qué es lo peor que puede ocurrir? ¿qué probabilidad hay de que ocurra? (valora esa probabilidad del 0 al 10) ¿qué efectos puede tener? (valora el daño del 0 al 10). Multiplica la probabilidad por el posible daño, te dará el verdadero valor del riesgo.
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Sigue preguntándote: ¿qué puedo hacer para reducir la probabilidad de que ocurra? ¿qué puedo hacer para minimizar el daño? Multiplica nuevamente. Si el nuevo valor se ha reducido a 50 o menos, hazlo, atrévete.
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Si el nuevo valor es mayor de 50, pregúntate ¿qué beneficio puedo obtener de hacerlo, aunque sea con miedo? Dale un valor para ti al beneficio del 0 al 10. Multiplica la probabilidad de que ocurra por el beneficio.
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Ahora compara el valor del riesgo con el valor del beneficio. ¿Cuál es mayor? Si es mayor el beneficio, hazlo, atrévete.
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Visualiza el momento en el que lo estás haciendo y todo va bien. Concéntrate en lo que sientes, fíjate bien dónde lo sientes, cómo es eso que sientes, qué piensas en ese momento, qué oyes, qué ves, qué es lo que más llama tu atención. Vas a llevarte un regalo de este momento, cualquier cosa, sonido, sensación que quieras llevarte de aquí. Va a ser lo que te va a acompañar en tu camino al éxito, como un anclaje. Tu salvavidas en los momentos de tempestad.
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Cada vez que te asalte la ansiedad o el temor, concéntrate en tu respiración y en el anclaje. Verás reducir sus niveles y te ayudará a conectar con tu objetivo y el presente.
Y este puede ser tu método para superar y vencer al miedo.
Como dijo Alejandro Jodorowsky, “tu miedo termina cuando tu mente se da cuenta de que es ella la que crea ese miedo”.
Y ahora haz que tu mente cree el camino, no el fantasma.
Si quieres profundizar algo más te recomiendo el micro taller «Superar el miedo»
Micro taller Superar el Miedo
por Nieves Rúa | artículos, Cursos y Talleres
En los últimos años se oye hablar mucho del desarrollo personal, también llamado crecimiento personal, desarrollo humano, superación personal…
A todos nos gusta superarnos, pero la mayoría de las veces lo hacemos tomando a otros como referencia, es decir, haciendo eso mismo que nos enseñaron a hacer desde nuestra más temprana infancia.
Con lo cual, no entramos en un proceso gratificante de descubrimiento, mejora y satisfacción personal, sino en una lucha competitiva y dolorosa por ser más y mejor que otro. Es como si en medio de una carrera en lugar de tener tu mirada en la meta o en el siguiente tramo de la pista, la tuvieras puesta en el que corre por delante de ti, al lado o, incluso, por detrás. Como si, en vez de estar dosificando tu esfuerzo, estuvieras esperando la mueca de sufrimiento del oponente o deseando ver aumentar sus pulsaciones al límite. Y no es extraño si consideramos que en nuestros primeros años nos midieron por notas, nos valoraron por objetivos y nos enseñaron a golpe de temario curricular y siempre bajo la impronta del “sois la peor clase”, “si te esforzaras como tus compañer@s…”, “pues a tu amig@ sí le da la nota para estudiar ingeniería” y otras frases lapidarias y lapidadoras.
Y así has llegado aquí, con tus excesos y tus defectos… ¿con respecto a qué?
Si, como yo, crees que no se trata de competir contra otr@s, sino de competir a favor de ti mism@ este artículo está pensado para ti. Y está pensado para ti porque se trata de un programa para superarte en cinco sencillos pasos, que no por sencillos serán fáciles ni rápidos.
¿Te apuntas al reto?
Paso 1. Hacerte plenamente consciente de tu lenguaje.
Se trata de estar especialmente atent@ a tus palabras. Cada vez que digas algo importante o trascendental, algo que tenga un valor para ti o para los demás, reflexiona lo siguiente: ¿para qué lo dices? ¿con qué intención lo dices? ¿qué efecto pretendes conseguir en el/la de enfrente? ¿puedes conseguir el mismo efecto con otras palabras?. Puede parecerte algo forzado o excesivo, pero a medida que lo practiques aprenderás aspectos muy interesantes sobre ti y sobre tus necesidades y creencias.
Paso 2. No hablar de otras personas con respecto a ti, sino de ti con respecto a ellas.
De esta manera estamos manteniendo toda nuestra responsabilidad y poder sobre lo que pensamos, sentimos, decimos o hacemos. No se trata de lo que los demás nos hacen, sino de cómo interpretamos y vivimos lo que los demás hacen. Por ejemplo, ante la frase “Carlos siempre llega tarde”, puedo reformularla como “Me molesta que Carlos llegue tarde porque lo interpreto como una falta de respeto hacia mi persona” e, incluso, puedo profundizar algo más en mí mism@ “Dado que yo no me respeto lo suficiente, siento que dependo del respeto que me dan los demás, por eso me molesta cuando Carlos llega tarde y no me siento respetada por él”. Y de aquí puedo ir más allá, llegando a tomar una iniciativa de cambio “Quiero empezar a respetarme más, así que le voy a decir a Carlos que la próxima vez que llegue tarde, tendrá que venir a buscarme porque yo no le voy a esperar más”. Como puedes ver, un simple cambio de posición puede darte un margen de libertad para encontrar soluciones y salidas hasta ahora insospechadas para ti.
Paso 3. Comenzar a percibir las situaciones desde un nivel puramente descriptivo, sin suposiciones, ni juicios.
Y te preguntarás en qué consiste la diferencia entre los tres. Pues bien, un juicio sería una frase del tipo “eres un mentiroso”. Una suposición sería algo así como “esto que me estás contando es una mentira como la del otro día”. Mientras que una afirmación meramente descriptiva sería “desde mi punto de vista no me estás proporcionando los suficientes datos como para creer que me dices la verdad”. Adoptar una visión descriptiva u objetiva de los acontecimientos y las personas te enseñará a desdramatizar y relativizar de una manera inteligente y a dejar de reforzar creencias limitadoras.
Paso 4. Analizar aquello que me molesta en los demás reflexionando sobre dónde está eso mismo en mí, bien sea por exceso o por defecto.
Los demás son un mero espejo de nosotr@s mism@s. Por ejemplo: «me molesta que mi pareja no pase más tiempo conmigo y se dedique a otras cosas, como quedar con amigos o salir a correr». Si reflexiono y profundizo en mí, me daré cuenta de que yo priorizo totalmente a mi pareja y me olvido o prescindo de todo lo demás. No reservo tiempo para mí mism@, ni mis aficiones o relaciones. Dependo en exceso de mi pareja, por eso me molesta que ella no dependa de mí. Esta práctica es una buena manera de conocerte a través de las relaciones interpersonales
Paso 5. Tratar de realizar un cambio de perspectiva, es decir, buscar, al menos, otra explicación posible a cada hecho o situación.
Por ejemplo, imagínate la situación siguiente: El otro día comentaste con María que te apetecía ir un día de estos al cine, habéis quedado hoy y, de repente, ha aparecido con su amiga Marta que sabe que te cae fatal. A ti te dan ganas de marcharte y dejarla con su amiga. Sin embargo, cabe una explicación diferente al mismo hecho: tu amiga María se ha visto en el compromiso de quedar con Marta y no se ha atrevido a decirte nada para no fastidiar tus planes. E, incluso, hay otra explicación posible: tu amiga María se ha encontrado cuando iba al cine con Marta y ésta se ha unido al plan sin que María haya sabido evitarlo. Y aún hay otra explicación: María no sabe que Marta te desagrade tanto como para no poder ni ir al cine con ella. Seguramente, habría muchas más explicaciones posibles. Esta búsqueda de explicaciones alternativas a un mismo hecho ampliará tu campo de visión y te hará una persona más abierta a las posibilidades y con más recursos.
Estos cinco sencillos pasos que parecen tan obvios, pueden ser grandes herramientas de desarrollo personal si las pones en práctica.
¿Aceptas el reto?
Si quieres profundizar algo más te recomiendo el microtaller «¿Crítica u Opinión?»
¿Crítica u Opinión?
por Nieves Rúa | artículos, Cursos y Talleres
Como dije en mi anterior post, una cosa es saber reconocer una relación tóxica y otra, bien distinta, poder desengancharte de ella.
Y digo desengancharte porque es como una droga que sabes que te está matando, y de la que no eres capaz de prescindir. De hecho, el proceso de ruptura y alejamiento de la relación es lo más parecido a un síndrome de abstinencia o “mono”.
Lo que te voy a proponer aquí no es una receta infalible, pero es lo más aproximado a ella si pones tú el ingrediente principal que es tu voluntad.
¿List@ para soltar amarras?
Toma la decisión y prepárate para el camino.
Cree que, de verdad, estás preparad@ para alejarte y que es lo mejor que puedes hacer por ti. Entiende que nada de lo que hagas y pongas de tu parte va a cambiar la situación en esta relación. Valora si es el mejor momento para cortar el hilo. Pregúntate: ¿estoy dispuest@ a seguir con esta relación, tal y como es, toda la vida? ¿Soy feliz en esta relación o infeliz? ¿Es éste el prototipo de relación que quiero mantener? ¿Quiero seguir esperando un mejor momento?
Motívate para el cambio.
¿Para qué quiero romper? ¿Qué es lo que no me gusta de esta relación? ¿Qué me estoy perdiendo con esta relación? ¿Qué me pasará a mí y a mi entorno si sigo con esta relación? ¿Cómo mejorará mi vida si la dejo? Haz una lista de razones por las que quieres alejarte de esta relación.
Elige una fecha concreta para poner fin a la relación.
Es importante que esa fecha no esté a más de una semana o dos de distancia. Si la pospones demasiado o no te marcas fecha, nunca encontrarás el momento ideal.
Conoce mejor tu “modus operandi” ante tu pareja.
Probablemente, ya te has planteado otras veces la ruptura, incluso has dado un primer paso, pero no has sido capaz de mantenerte en firme, has flaqueado y has vuelto. ¿Cuáles son los desencadenantes que te han hecho volver a la relación? ¿Cómo puedes evitar o podrías haber evitado esos desencadenantes? Haz una lista con actividades y maneras de evitar esos desencadenantes cuando ocurran.
Asocia este reto a otro reto motivador de aprendizaje/mejora
Por ejemplo, estudio, dieta… Los logros de uno, te motivarán para el otro.
Prepárate para pasar un síndrome de abstinencia que durará de unos días a unas pocas semanas.
Sé consciente de que te sentirás deprimid@, con dificultad para conciliar el sueño, irritable, ansios@, con dificultad para pensar claramente, apátic@, con fuertes deseos de ponerte en contacto con tu expareja, añorando el pasado como si te faltara algo vital… Recuerda siempre que, por intenso que esto sea, es temporal.
Busca aliados para este tiempo.
No se trata de que te ayuden, sino de que te apoyen. Nadie puede hacerlo por ti, pero puedes hacerlo con alguien.
Limpia todo de recuerdos cuanto antes.
Aparta de tu vista fotos, discos, objetos, joyas, perfumes…todo lo que te evoque a la persona con la que quieres romper lazos. Tal vez no sea el momento de tirar, pero sí de apartar. Esta limpieza también incluye no visitar lugares en los que tengamos buenos recuerdos, ni pensar en las cosas buenas, ni releer cartas o mensajes…
Evita todo contacto con tu expareja.
Esta es una decisión que tendrás que tomar cada día y experimentarla como una pequeña victoria que te llevará a una gran victoria. Ganarás autoestima, confianza y madurez. Prémiate cada día que pases sin comunicarte con él/ella.
Repite como un mantra cada vez que te sientas flaquear:
“Soy muy fuerte y puedo con esto” “Me mantengo firme en mi decisión y no me defraudaré a mí mism@”
Dedícate a hacer cosas divertidas.
Deporte, practicar algo que te guste y eleve tu vibración, rodearte de personas positivas a las que quieres y con las que te sientes a gusto. Tampoco te vendría mal aprender algo nuevo que establezca nuevas conexiones neuronales. Porque el proceso va a ser duro y te va a doler y, seguramente, estarás triste, ansios@, desganad@…
Contrarresta los efectos de la abstinencia que te va a suponer el contacto cero.
El amor genera dopamina y oxitocina en nuestro cerebro, por lo que sería interesante encontrar maneras de generar estos dos neurotransmisores de otras maneras:
- Alimentos: almendras, aguacates, plátano, chocolate, café, té verde, sandía.
- Hábitos: tareas que involucren tu creatividad, tu entusiasmo y tu interés, dar regalos, tener detalles con las personas, hacer deporte (caminar, correr, nadar…), escuchar música alegre que te guste.
- Complementos alimenticios: cúrcuma, Ginkgo biloba
- Meditación o Mindfulness
- Especias: tomillo, perejil, hierbabuena, eneldo, romero
- Relaciones: abrazos, caricias, palabras de cariño y ánimo
Márcate un plan estratégico con todo lo anterior:
- Fecha de inicio
- ¿Qué harás cada vez que estés tentad@ a ponerte en contacto con él/ella?
- ¿En qué personas te vas a apoyar? ¿Con quiénes vas a contar?
- ¿Qué día y a qué hora vas a hacer tu limpieza de recuerdos? ¿Cómo te vas a premiar por hacerlo?
- ¿Qué otro reto vas a asociar a este?
- ¿Qué actividades vas a hacer para estar bien? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Con quién?
- ¿Qué hábitos vas a introducir en tu vida?
- ¿Cómo te vas a premiar cada día que pase sin él/ella? ¿Y cómo vas a celebrar o premiar tu reto final?
Y estos, junto con tu voluntad, son los ingredientes para una nueva vida lejos de tu expareja tóxica.
Es decir, para volver a vivir. Ánimo!
por Nieves Rúa | artículos, Cursos y Talleres
Hay muchas maneras de entender el amor y muchas maneras de encontrarlo, tantas como personas.
Es difícil buscar razones a porqué te enamoras de alguien, más que nada porque el amor no es cuestión de lógica, ni de razonamiento, sino de sentimientos. Aunque, cuando estás enamorad@, cedas el control de tu vida al corazón y estés dispuest@ a grandes entregas a la persona que amas…
No debes olvidar que el miembro más importante de la relación para ti debes ser tú.
Muchas veces, esa relación amorosa transcurre de manera fluida, lo que es natural, otras, sin embargo, comienzan los problemas, las dificultades, convirtiéndose en una trampa de la que no es posible salir. Sufres en la relación, pero no te sientes con fuerza ni capacidad para salir de ella. Y ahí estás tú, en un “ni contigo, ni sin ti”, en un bucle que merma tu autoestima, que te agota física y mentalmente.
¿Sabes cómo se llama eso? Se llama relación tóxica.¿Quieres vivir en una relación tóxica?
Imagino que no, pero el primer paso para evitar o salir de una relación de este tipo es reconocerla a tiempo. Y digo a tiempo porque, cuanto más prolongues la relación tóxica, más difícil te va a resultar ver con claridad y romper las fibras de la telaraña que te mantienen enganchad@ a ella.
Por ello te indico unos cuantos indicios para averiguar si la relación de pareja que mantienes es una de estas:
- En cuanto al comportamiento de tu pareja:
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- Se muestra celos@ sin motivo.
- Es poco transparente y muy reservad@ con su vida, mantiene secretos contigo, pero quiere saberlo todo sobre ti.
- Es quien marca el ritmo y las condiciones de la relación.
- Nunca pide perdón y, si lo hace, te culpa a ti de su reacción.
- Te separa de los demás (familia, amigos…) de una manera sutil.
- Te pide bastante más de lo que da o lo que está dispuest@ a dar.
- Te insulta y falta al respeto con palabras y/o actitudes.
- No te valora.
- Provoca discusiones y te hace creer que eres tú el/la conflictiv@
- Es difícil mantener un diálogo constructivo con él/ella, bien porque se pone a la defensiva o porque responde con evasivas.
- Incumple reiteradamente sus promesas.
- Acostumbra a mentirte o utiliza medias verdades, puede que les llame mentiras piadosas para justificarlas.
- Toma decisiones unilaterales y las justifica diciendo que son por tu bien.
- Te pone en situaciones límite.
- Hay demasiadas carencias, necesidades y apegos en, al menos, uno de los miembros.
- En cuanto a tu percepción o sentimientos dentro de la relación:
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- Sientes que no puedes mostrarte tal y como eres, no puedes expresar tus necesidades.
- Te sientes nervios@ y/o triste.
- Tú vida es más complicada que antes de la relación.
- Piensas que tu pareja no se preocupa por tus cosas ni por tus sentimientos.
- Te sientes como una opción, en vez de como una prioridad.
- Piensas que la relación gira en torno a él/ella.
- Te sientes confus@ en cuanto al tipo de relación que mantenéis (amigos, pareja, amantes…)
Ahora ya tienes información para, al menos, cuestionarte si tu relación de pareja pertenece o no al grupo de relaciones tóxicas, pero sin descartar la posibilidad de que tú seas quien está aportando esa toxicidad, que nunca viene mal un poco de autocrítica.
En la próxima entrada de mi blog, trataremos cómo desprenderte de una relación tóxica.
Y recuerda siempre que la única relación indispensable es la que mantienes contigo.
Si deseas profundizar más en el tema, te recomiendo el microtaller No Más Relaciones Tóxicas.
NO MÁS RELACIONES TÓXICAS